La seducción del lujo

ANTIVIRUS

Sin solución de continuidad podemos advertir como el lujo, se convierte en un poderoso imán para atraer a quienes lo pueden disfrutar y también a quienes lo anhelan.

Esta situación tiene su gravedad, a pesar de que su tratamiento se lo pueda considerar como otra frivolidad, que finalmente logra el fin del lujo: que se lo desee…

En realidad cuando hablamos del lujo estamos hablando de cuestiones que en la Biblia tienen claras definiciones.

Mencionamos la vanidad, el orgullo, para quienes lo tienen. Y también podemos mencionar la envidia, la frustración por codiciar lo que otros tienen.

En el fondo estamos hablando de la brutal influencia que tiene el dinero sobre la sociedad en la que vivimos. Y también queda en evidencia que la riqueza parece ser un fin necesario.

Ser pobre no es un baldón y no desear la riqueza, tampoco es una torpeza. La ostentación del lujo, ofende a quienes luchan por vivir con dignidad y no hacen del dios mamon, el dios dinero el centro de su existencia.

Tenemos un Dios verdadero que nos advierte sobre el afán por el dinero.

Diego Acosta

El lujo ostentoso

CONSIGNA: SER PRUDENTES Y ESCUDRIÑAR

<<< Sin críticas clasistas o inspiradas en la envidia,
resulta preocupante como la cuestión del lujo
recobra su importancia
para muchos despreocupados de la realidad.

Hay quienes viven del lujo, para el lujo y del lujo
pero manifestar su su exaltación,
carece de sentido común.

Diego Acosta – MENSAJE

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LUJOSA OBCENIDAD

CONSIGNA: SER PRUDENTES Y ESCUDRIÑAR

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En tiempos en los que millones de personas están viviendo realidades angustiosas y futuros inciertos, la exhibición del lujo se torna casi intolerable.

No se trata de envidia, se trata de sentido común, porque las demostraciones de dinero que implica mostrar el lujo, ofenden a quienes están padeciendo incertidumbre y zozobra.

Desde mansiones a vehículos u ostentosas formas de vida, exhibir con jactancia el dinero, no hace otra cosa que aumentar lo que se pueda llamar la brecha sutil de una sociedad.

Esta situación origina pretensiones desmedidas con impuestos al lujo, que más bien se parecen un gravamen al lujo exhibicionista, pues los efectos económicos son francamente escasos.

Lo que sí queda en evidencia es que la Palabra de Dios, nos enseña que el amor al dinero es una de las mayores perdiciones del hombre y que su exhibición, forma parte de la necedad humana.

En tiempos complejos, la prudencia sería una buena recomendación para quienes viven en la angustia de tener que mostrar que lo único que parecen tener, es dinero.

Diego Acosta

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