A MEDIAS…

a medias

 

 

 

 

 

 

 

Puede que en algún momento veamos algo que nos haga pensar en muchas cosas relacionadas con nuestra propia vida. Y los pensamientos nos pueden llevar a algunas conclusiones inesperadas.

Esto me ocurrió cuando con sorpresa me encontré con una imagen de algo que era, o mejor dicho que no era ni una cosa ni la otra.

La primera reacción puede ser de sorpresa, de agradable sorpresa e incluso ser tomada con una sonrisa con un cierto aire de ironía.

Pero la realidad siempre es obstinada, dura y casi siempre inapelable. Aquello que puede resultar simpático y hasta ingenioso si lo comparo con mi vida y mis actitudes, deja de serlo totalmente.

Al final, bien al final, que somos?

Somos verdaderamente creyentes?

Nos comportamos como hijos de Dios?

O somos un remedo del mundo?

Muchas preguntas que tienen un vértice al que es difícil de llegar, no por su complejidad, sino porque duelen las conclusiones.

Pareciera que somos un poco de cada cosa. Ni somos del mundo, ni somos del todo creyentes, ni obramos como hijos del Eterno.

De esa suma el resultado es igual a…nada!

Esa ambigüedad es destructora de nuestra propia vida espiritual, porque no nos definimos del todo por lo malo, pero no obramos como si fuéramos cristianos.

Por duro que resulte es necesario confrontar nuestra vida con la Palabra de Dios. Única forma de definir lo auténtico y romper con la destructora ambigüedad.

Tenemos la posibilidad de vivir como nos parezca más conveniente. Esa es la libertad que tenemos. Pero debemos ser conscientes que de esa manera nos alejamos de la mano protectora del Señor!

1 Reyes 18:21

Diego Acosta / Neide Ferreira

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