ABRIGO

young farmer in a wheat field


Vivir confiando en Dios, es un ejercicio de fe permanente!

Recuerdo que un gran amigo y hermano pasaba su primer año en Europa y cuando llegaron los primeros fríos advirtió que no tenía un abrigo adecuado.

A medida que pasaban los días la necesidad se fue convirtiendo en acuciante. Lo serio de la cuestión, es que mi amigo no tenía dinero para comprarse un buen resguardo para las bajas temperaturas.

Mientras nosotros nos preocupábamos, el sonreía mientras decía: A mí siempre el Señor me ha dado lo que necesito, así que yo espero con un poco de frío, pero confiadamente.

Una noche fue reclamado para prestar atención a una familia que acababa de perder al padre, así que nuestro amigo salió hacia donde se lo reclamaba.

Cuando volvió venía luciendo un muy buen abrigo y el sonriendo comentaba: Como Dios es bueno, me mandó a llevar su Palabra a quienes la necesitaban y la familia me dio por Gracia, lo que yo necesitaba.

Siempre recuerdo esta sencilla historia, porque me llena el corazón de alegría porque pienso que hoy mi vida está llena de confianza en el Eterno.

Nadie como él sabe lo que necesito y como maravilloso Proveedor que es, me lo dará cuando verdaderamente algo sea imprescindible para mí.

La historia del abrigo no es ninguna tontería, porque nos muestra como el Todopoderoso puede obrar de la manera más inesperada, para darnos lo que precisamos.

En el tiempo justo! Ni antes ni después!

No nos afanemos por lo que necesitamos!

Debemos volcar nuestro afán en los que necesitan: La Verdad de Jesús!

Proverbios 15:6

Diego Acosta / Neide Ferreira

www.septimomilenio.com