Siempre estamos atentos…a muchas cosas pero nunca a lo verdaderamente importante.
Somos esclavos de las necesidades que nos hemos ido creando, de estar siempre informados, de mantener al día nuestras relaciones.
En eso consiste la forma de vivir que tenemos en estos tiempos, pero hemos perdido la perspectiva de lo que es necesario, por no decir fundamental.
Con tanto ajetreo nos olvidamos de escuchar al Espíritu, porque estamos aturdidos con tantas cosas en nuestros oídos y en nuestra mente.
El Espíritu no vendrá a nosotros para sumarse a esa confusión, buscará hablarnos en el momento idóneo, que muchas veces puede ser mientras estamos descansando.
Lo grave es que aún en esas circunstancias, tal vez seamos incapaces de percibir quién es el que nos habla, quién es el que nos visita.
Debemos reaccionar y debo reaccionar, para dejar de vivir de esta manera alocada y frívola, de saber muchas cosas, que es la mejor forma de no saber nada.
Guardemos nuestros oídos para percibir al Espíritu…para escuchar aquello importante que tiene para decirnos o advertirnos.
Hebreos 3:7
Por lo cual, como dice el Espíritu Santo:
Si oyereis hoy su voz.
Hebreus 3:7
Portanto, como diz o Espírito Santo,
se ouvirdes hoje a sua voz.
Diego Acosta / Neide Ferreira