Por mucho que se quiera restar importancia a algunas realidades, lo cierto es que es imposible lograrlo porque la Verdad siempre prevalece.
En el caso del carnaval y su fallido intento de cristianizarlo por parte de la iglesia católica, nos encontramos frente a lo que ha sido y es una auténtica fiesta pagana.
Con ritos cambiantes a partir de los siglos, pero teniendo el mismo origen que podríamos situar en los seguidores del dios del vino, en el imperio romano.
Los hombres y mujeres que adoraban a Baco, realizaban auténticas ceremonias en las praderas, en donde todo estaba permitido y ocultado, bajo los disfraces que lucían sus participantes.
Por tanto, no solo desafiaban a Dios adorando a Baco, sino que además mentían sobre sus propias identidades, como si eso fuera posible delante del Eterno.
La celebración del carnaval no tiene nada de inocente ni tiene nada que no sea posible contrastar con el Texto Sagrado.
Deuteronomio 11:16
Guardaos, pues, que vuestro corazón no se infatúe,
y os apartéis y sirváis a dioses ajenos, y os inclinéis a ellos
Deuteronômio 11:16
Guardai-vos, que o vosso coração não se engane,
e vos desvieis, e sirvais a outros deuses, e vos inclineis perante eles
Diego Acosta / Neide Ferreira