PERSONAL
Lamento desconocer sus nombres, pero sí tengo conocimiento de la dura prueba que están viviendo, ante la pérdida de una hija de doce años.
Doblemente dolorosa la prueba por sus circunstancias, ya que la niña falleció en un hospital, donde no fue atendida por los responsables que debían hacerlo.
En esta hora resulta muy necesario guardar el corazón para no culpar a Dios por lo sucedido y también para perdonar a quienes fracasaron en el ejercicio de su profesión, pues no prestaron atención a una niña con evidentes síntomas que revelaban su gravedad.
Oramos por ustedes para que el Consuelo que solo el Todopoderoso puede brindar, se manifieste en vuestras mentes y también en vuestras almas. Como padre y abuelo comprendo la angustia y comparto el dolor. Que Dios tenga compasión por vuestras vidas y sobre la existencia de quienes son responsables de una pérdida terrible.
Los saluda con amor, su prójimo.
Diego Acosta