CARTA DE BERLÍN. NIÑAS…

Cada día nos asombramos de cómo en el mundo se utiliza cualquier recurso para alcanzar lo que se denomina éxito, triunfo, notoriedad…sin importar los medios.
El “vive como quieras” parece totalmente instalado en la sociedad y eso se puede comprobar en las personas que buscan la fortuna y las personas que los apoyan para lograrlo.
En Estados Unidos un programa televisivo con niñnena1as como estrellas principales logra grandes audiencias, en base a mostrar a criaturas maquilladas y vestidas con poses propias de personas mayores.
El éxito parece haber sido logrado y los padres de las criaturas están más que satisfechos, la televisión también y millones de espectadores comparten esta exhibición.
Se podrá argumentar acerca de la licitud de la existencia de estos programas. Y habrá que convenir que en principio sí, porque ninguna autoridad de la justicia ha intervNENA2enido para prohibirlos.
Y con el principio de que todo lo que no está prohibido, está permitido, es más que evidente que esta clase de programas seguirán en las pantallas y habrá miles de personas dispuestos a verlos.
Cabe preguntarse: Y Dios? Nadie tiene temor y temblor ante el Eterno? Por qué no hay comentarios explícitos de las Iglesias reclamando acerca de estas prácticas?
También nos podríamos preguntar: Y los derechos de los niños? Esta exhibición perversa no los convierte en objetos y en atracciones que pueden afectar a mentes desequilibradas?
Reflexionemos acerca de todo esto. No importa lo cerca o lo lejos que estemos de estos programas y de las televisiones que los ponen en pantalla. Pensemos en Jesús y en el cuidado que tuvo con los niños.T lo que se nos podrá reclamar… por omisión?

Diego Acosta García

www.septimomilenio.com

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