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LA REBELDÍA Y LA CAÍDA DEL HOMBRE – XIV

Jehová muestra su Amor por las Joyas de su Creación.

Génesis 3:22

Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.

Para comprender en su grandiosa magnitud la afirmación de Jehová, es importante recordar que el hombre fue Creado a imagen y semejanza de la Trinidad de Dios, como se refleja en Génesis 1:26.
El hombre es un ser viviente como Dios y tiene la condición de ser racional, por lo que posee intelecto, emociones y voluntad. Y en el momento de ser Creado, el hombre era libre de pecado.
Pero el hombre decidió escuchar a Satanás y apartarse del Eterno, por lo que perdió la Bendición de Dios y fue condenado a la muerte física. A pesar de ello, los incrédulos persisten en su actitud de negar al Soberano y de negarse la Vida Eterna.
Al manifestar Jehová que era como uno de nosotros, hacía una clara alusión a la Trinidad y también al conocimiento del bien y del mal.
El Todopoderoso demostró su Amor por los hombres al evitar que los primeros humanos volvieran a comer los frutos del árbol y de esta manera vivieran para siempre.
Les negaba la Eternidad?
Sí, les negaba esa Eternidad porque la vivirían en el pecado perpetuo y por tanto no podrían tener la oportunidad de redimir su grave falta, como era el Plan de Salvación para los hombres. Jehová instituyó su Plan en el momento mismo en que los padres de la humanidad pecaron, desobedeciendo su mandato.
Tanto Adán como Eva, habían conocido el bien y el mal, no por la Sabiduría que proviene del propio Dios, sino por una nefasta experiencia personal, que los convirtió en pecadores al escuchar la palabra del padre de la mentira y comer del árbol prohibido.
Por esa razón trascendental que demuestra el profundo Amor por los hombres, Jehová tomó la decisión de evitar que Adán y Eva pudieran volver a comer del árbol prohibido y entonces convertirse en pecadores para siempre.

Diego Acosta

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LA REBELDÍA Y LA CAÍDA DEL HOMBRE – XIII

Los padres de la humanidad viven los últimos tiempos en el Edén.

Génesis 3:20

Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes.

Este versículo nos revela como Adán creyó en el anuncio hecho por Jehová, de que la mujer sería la enemiga de Satanás y sería un descendiente de ella, Jesucristo, quién lo herirá en la cabeza.
Esta afirmación de llamar a la mujer Eva, se explica mejor considerando que en el lenguaje de aquel tiempo, el acádico, el significado que tiene el nombre de Eva sería el de “Vida”.
Para decirlo de otra manera: Luego del anuncio de que la especie tendrá la muerte física como final, queda una esperanza en el nombre de la madre de todos.
La afirmación con relación al nombre de Eva, se fundamenta en las tablas de barro encontradas en la región donde se ubicó el Edén y donde vivieron Abraham, donde Isaac tomó a Raquel como su esposa y donde también tuvo su morada José. Esta región estaba próxima al lugar donde años más tarde se levantaría la desafiante Torre de Babel.

Génesis 3:21

Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.

Este versículo adquiere especial relevancia si lo analizamos desde la más alta perspectiva espiritual. Recordemos: Jehová anunció la muerte de los hombres, pero fue misericordioso con los primeros que escucharon su afirmación.
Fueron condenados a la muerte física, pero siguieron viviendo por el Amor de Dios hacia ellos.
Teniendo presente tan alto significado de la situación, Jehová sustituyó la muerte del primer hombre y de la primera mujer, por la de animales con cuyas pieles fueron hechas las túnicas que cubrieron a nuestros padres.
Está implícito, que Jehová castigó pero lo hizo con Misericordia, sin odio y con el afán de enseñar. Exactamente como se nos manda proceder con nuestros hijos: Con rigor pero con el afán de educarlos y nunca con la destrucción como consecuencia de los castigos.
Jehová fue proveedor del bienestar físico de Adán y Eva, ya que las túnicas eran más eficaces que los delantales de hojas de higuera con la que se habían cubierto, luego de haber pecado.
Advertimos un preanuncio de la expiación de los pecados por el derramamiento de sangre y también la primera obra de acción en beneficio de otros. Lo que podríamos llamar el máximo antecedente de la obra social delegada en nuestras manos, en beneficio del prójimo.

Diego Acosta

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LA REBELDÍA Y LA CAÍDA DEL HOMBRE – XII

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Jehová siguió tomando decisiones sobre Adán y Eva. La tierra estaba maldita a causa de su pecado y les anunciaba que comerían de ella con dolor.

Génesis 3: 18

Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo.

No todos los alimentos serían tiernos y para satisfacer su hambre deberían de comer de plantas con espinas. La tierra pasó de ser bienhechora a tener la condición de amenaza para la vida de los hombres.

Génesis 3:19

Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.

Tal y como les había anunciado, al comer el fruto del árbol de la vida, morirían. Jehová cumplió con su palabra, solo que por Misericordia no se las quitó en ese momento. Por eso les dijo que vivirían hasta el tiempo de su muerte física. Sufriendo las penalidades propias de la existencia e incluso quedando expuestos a los castigos eternos del infierno.
Jehová les advirtió que del mismo polvo con que habían sido creados, a ese mismo polvo volverían cuando fueran enterrados después de muertos.
Iniciaban ahora el largo camino como pecadores condenados, teniendo dolores, aflicciones, humillaciones, cansancio e incluso el servilismo.
Los fundamentos iniciales de amor y comprensión entre los primeros seres de la humanidad, serían transformados por otras motivaciones basadas en los mutuos recelos y los deseos contrapuestos.
La mujer ya no sería satisfecha de todos sus anhelos por el hombre, sino que debería de luchar con su propia tendencia natural de controlarlo y subyugarlo.
La discordia pasó a ocupar un lugar preponderante entre el hombre y la mujer, muy distinto de todo lo que Dios había planeado para ellos cuando vivían en armonía en el Edén.
Las disputas abrirían el camino del sufrimiento y también de la frustración.
Se inició el duro tiempo en el que los conflictos internos serían habituales entre los hombres y las mujeres, a causa del desorden que provoca el pecado.
Jesús vendría a ser la esencia de la Salvación para la especie, al renovar su manera de vivir en plena armonía con lo que Dios había establecido en los tiempos maravillosos del Edén.

Diego Acosta

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LA REBELDÍA Y LA CAÍDA DEL HOMBRE – XI

Jehová tras haber hablado con la mujer, se dirige ahora al primer ser de la humanidad.
Génesis 3:17
Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.
La vida de Adán cambia radicalmente.
Pasó de ser el interlocutor de Dios en el Edén a una nueva situación. El pecado siempre trae consecuencias.
Nuevas palabras se incorporan a la vida de los hombres: Dolor, aflicción, cansancio, humillación.
Jehová formula los cargos:
Por obedecer la voz de tu mujer, ignorando lo que específicamente se le había ordenado, que él sería la autoridad en la familia, que él sería la guía espiritual en el hogar.
Por haber comido el fruto del árbol del que le había mandado no comer.
Jehová hace notorias las consecuencias:
La Tierra que había sido Creada con Amor, ahora era maldecida a causa del pecado del hombre. Todo lo Creado quedaba bajo la maldición.
También el hombre había perdido su condición de vida en el Edén y ahora será obligado a comer de la tierra, con el dolor que produce el esfuerzo cotidiano.
Y finalmente el hombre perdió su condición de eternal y quedó bajo la nueva disposición, de que sus días serían contados en la tierra, es decir hasta su muerte.
Podemos discernir las tremendas consecuencias que sufrimos los seres humanos cuando caemos en la desobediencia y alteramos el orden que el Todopoderoso estableció como normas de vida, desde la Creación y para siempre.
La mujer actuó temerariamente apartándose de la protección de Adán, sin esperar su consejo ni tampoco respetando la condición que Dios le había otorgado a su esposo de ser cabeza de la familia.
El hombre pecó gravemente por ignorar el mandato recibido como jefe del hogar y en cambio se sometió a las pretensiones de su mujer, violando lo establecido por Dios.
Cuando alteramos las normas fundamentales, las consecuencias son desastrosas.
Dios en su infinito Amor y en su infinita Misericordia hacia las joyas de su Creación, no obró ni con odio ni con rencor. En el momento mismo del pecado, comenzó a obrar para el Plan de Salvación de Adán y Eva y de toda la especie.

Diego Acosta

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LA REBELDÍA Y LA CAÍDA DEL HOMBRE – X

Génesis 3:16

A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces;
con dolor darás a luz los hijos;
y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti.

Jehová comienza a obrar ante la rebeldía de Adán y Eva.
La vida de los padres de la especie humana sufrirá un cambio radical a causa de su pecado. Las generaciones venideras, hasta el fin de los tiempos, arrastrarán las consecuencias de la rebelión contra el Creador.
Las mujeres darán a luz con dolores de parto, una imagen que es constante en varios pasajes de la Palabra. El cambio fundamental que se produjo entre el hombre y la mujer, fue que aquel comienzo maravilloso de la relación, se modificó sustancialmente.
Ya no habrá compañerismo y disfrute, sino contiendas y recelos.
La mujer ya no tendrá a su lado quién satisfaga todos sus sueños, sino alguien con quién mantendrá disputas, frustraciones y sufrimientos.
Las luchas en la relación hombre y mujer serán constantes por el deseo de hacer prevalecer la voluntad personal.
La mujer buscará enseñorearse de su marido, pero el hombre tendrá la autoridad en el hogar por el designio divino.
En otras palabras: La lucha entre el hombre y la mujer no es otra cosa que la lucha que la especie libra contra el pecado, que busca dominarla.
La única posibilidad de la buena relación matrimonial, surgirá de la ayuda del Espíritu que dará Sabiduría a los dos miembros de la familia.
El pecado buscará siempre romper la vida armoniosa entre el hombre y la mujer, animando a la conquista del uno sobre el otro, rompiendo así lo dispuesto por el Soberano, en cuanto a los roles que cada uno debe cumplir en la familia.
El matrimonio se convirtió a causa del pecado de los padres, en una batalla cotidiana para prevalecer voluntades diferentes, propósitos que solo animan al corazón a establecer el dominio personal, olvidando aquello que dispuso el Todopoderoso como norma fundamental de la convivencia.
El hombre deberá luchar para ser el sacerdote de la familia y la mujer deberá enfrentarlo para no obedecerlo ni aceptar que sea la autoridad en el hogar.
Solamente la Gracia, puede ayudar a los conyugues a vivir en armonía conforme a lo dispuesto por el Creador.

Diego Acosta

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LA REBELDÍA Y LA CAÍDA DEL HOMBRE – IX

Génesis 3:13

Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.

Eva pretendió hacer un descargo de su desobediencia e intentó transferirle la culpa a la serpiente, lo cual era parcialmente cierto, según se nos enseña en 1 de Timoteo 2:14.

Génesis 3:14

Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.

Las consecuencias del pecado fueron inmediatas. Jehová dejó al ganado y al resto de los animales de la Creación bajo maldición. Pero en el caso de la serpiente la maldición fue específica y fue maldecida entre los animales domésticos y los salvajes y desde entonces representa lo repugnante, lo bajo y todo lo que nos es odioso, infame y además los hombres las evitamos e incluso les tememos, como se nos enseña en Isaías 65:25 y en Miqueas 7:17. Además se nos enseña en el Nuevo Testamento como Satanás utilizó a la serpiente para su plan de maldad contra la especie humana: Romanos 16:20, Apocalipsis 12:9, 20:2.

Génesis 3:15

Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.

Jehová nos revela como será su Grandioso Plan de Salvación para los hombres. Se dirigió en apariencia a la serpiente, pero le habló en forma directa a Satanás, el instigador de lo que había ocurrido en el Edén.
El Eterno dejó rotundamente establecido la diferencia entre la simiente de Satanás y la de la mujer.
La de Satanás será la de los incrédulos, llamados hijos del Diablo, en Juan 8.44. Esa simiente, será la que hará sufrir al Hijo del Hombre en su paso entre nosotros, ese es el sentido del calcañar.
En cambio la simiente de la mujer, será Cristo quién derrotará definitivamente al enemigo de la fe. Jesucristo es la síntesis perfecta entre la Divinidad por ser Dios y la humanidad, por ser hombre, Mateo 5:48, Juan 1:12, Hebreos 6:1, 7:28, 9:11-16; 1 Corintios 13:10, Efesios 4:13. Pablo también nos enseñó que Satanás quedará bajo nuestros pies, Romanos 16:20.
En otras palabras: Los creyentes, formamos parte de la simiente de la mujer y por tanto participamos de la Victoria de Jesús en la Cruz.

Diego Acosta

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LA REBELDÍA Y LA CAÍDA DEL HOMBRE – VIII

Génesis 3:8

Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.

La versión portuguesa afirma que cuando soplaba la brisa vespertina, escucharon que Jehová paseaba por el jardín y entonces se escondieron.
La conciencia les advertía que habían cometido pecado contra lo dispuesto por el Creador y por esa razón y por primera vez buscaban alejarse de su presencia.

Génesis 3:9

Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?

Esta forma de expresarse nos revela como Jehová se manifestó a pesar de saber lo que había ocurrido. Utilizó el mismo tono condescendiente que había empleado siempre.
La pregunta fue dirigida directamente al hombre, para que se explicara por su actitud de esconderse de su presencia. La conducta furtiva nunca es posible delante del Creador, como se nos recuerda en el Salmo 139:1-12.

Génesis 3:10

Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.

Adán respondió con el lenguaje de la tristeza y también del temor, pero sin ningún síntoma de confesión.

Génesis 3:11

Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?

Debemos reflexionar sobre la actitud del Eterno, que a pesar de saber que el hombre había pecado, esperaba una palabra de arrepentimiento.
Adán por primera vez también, nos muestra como nos comportamos sus descendientes, como nos resistimos a admitir nuestra iniquidad.
La confesión genera perdón, el ocultamiento juicio.
La pregunta del Eterno si había comido del árbol que le había mandado que no comiese, lo dejaba en completa evidencia.

Génesis 3:12

Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.

El que tenemos por padre, hizo lo que repetimos una y otra vez: No asumimos nuestra responsabilidad y tratamos de que sea otro el culpable, quién cargue con la iniquidad.
En este caso Adán nos proporciona un ejemplo tremendo de esta actitud: En primer lugar culpa al propio Dios de lo ocurrido, pues se defiende que había sido la mujer que Él le había dado, la que lo había inducido a comer.
Descarga también sobre su compañera parte de la culpa por el pecado. Siempre buscamos que la condena nos afecte lo menos posible.
Adán era plenamente consciente de lo que había hecho, porque fue a él directamente a quién Dios le advirtió que no comiera fruto alguno del árbol prohibido. En este caso no había habido ningún intermediario, por lo que la responsabilidad era plenamente suya.
De allí que su argumento relacionado con que Dios le había dado la compañera, no dejó de ser un modo miserable de tratar de eludir la evidencia que lo acusaba.

El drama inicial de la caída continúa en el Edén.

Diego Acosta

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LA REBELDÍA Y LA CAÍDA HOMBRE – VII

Génesis 3:7

Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.

Brutal conocimiento de nuestros padres de cómo es de cruel la obra de Satanás. Luego de comer el fruto del árbol prohibido, advirtieron que aquello que era un resplandeciente lugar del bien ahora estaba contaminado por el mal.
Esta es la primera aparición en la Biblia de lo que llamamos “conciencia”. Gracias a ella Adán y Eva descubrieron que sus sueños de poder, de ser iguales a quién los había Creado, eran una torpe mentira que ellos habían aceptado dándola por buena. Habían decretado por comer algo que no debían, el fin de la inocencia que los había hecho compartir con Dios el maravilloso espacio del Edén. La inocencia, ellos la habían hecho real cuando estaban desnudos y no se avergonzaban, Génesis 2:25.
Ellos habían contaminado sus propias vidas y también la Tierra que habitaban. Es notable advertir como un acto de maldad afecta a los inocentes. En este caso: La Tierra y los seres que la habitaban.
Este ejemplo lo debemos de tener presente siempre porque todos los actos tienen sus consecuencias, tanto en lo personal como en lo colectivo.
La inocencia perdida y la propia conciencia de haber hecho el mal, les había llevado a comprender que estaban desnudos, es decir tenían vergüenza de sus cuerpos. El mal comenzaba a manifestarse en los primeros seres de la especie. Ya no disfrutaban de sus cuerpos desnudos, sino que ahora se avergonzaban por ellos.
Tanto Adán como Eva nos dieron el primer ejemplo de lo que significa el intento de ocultar un acto de maldad, de fingimiento ante los demás. En este caso nada menos que frente a Dios. Por eso apoyándose en la recientemente adquirida conciencia trataron de disimular su desnudez, para lo que utilizaron hojas de un árbol que había perdido la inocencia por ellos.
Desde entonces los hombres tratamos de ocultar nuestra vergüenza para no ser vistos como pecadores, como hacedores del mal.
La conciencia nos lleva a distinguir entre el bien, entre lo que es correcto que hagamos y aquello que representa el mal, en cualquiera de sus manifestaciones, en cualquiera de sus formas.
Recordemos, tenemos conciencia como consecuencia de un acto inicial de Adán y Eva, que pretendiendo ser iguales a Dios, cayeron en las redes de la seducción, la tentación y la mentira de Satanás.

Diego Acosta

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LA REBELIÓN Y LA CAÍDA DEL HOMBRE – VI

Génesis 3:6

Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.

Este versículo hace una síntesis maravillosa de todo lo que lleva al hombre desde la tentación al pecado: Lo primero, que lo que árbol brindaba era bueno. Entonces, por qué negarse a lo bueno?
También era agradable, otro de los elementos fundamentales de la tentación. Además de bueno, resulta muy atractivo a los ojos, uno de los sentidos más peligrosos que tenemos los hombres, para llevarnos por el camino del pecado.
Finalmente aquello que tiene que ver con el anhelo de nuestro corazón: Codiciable…Podemos afirmar que esta es la primera referencia a este tremendo deseo en nuestro interior. La codicia nos afecta por completo y nos hacer perder la referencia de lo que está bien y de lo que sabemos que está mal.
Eva apreció que Satanás tenía razón en todo lo que le había dicho y que no habría comprendido bien al propio Dios.
La seducción y el engaño elevados a su máxima expresión!
La barrera de la disciplina, el límite de lo vedado, estaban cayendo en este momento supremo de la historia de la humanidad.
El primer pecado de los padres de la especie, comenzaba a consumarse en el maravilloso escenario del Edén.
Las promesas hechas por Satanás habían triunfado sobre el ánimo de Eva, que encontró que aquello que era bueno, agradable y codiciable, finalmente le daría la sabiduría que la haría igual a Dios. En ese convencimiento comió el fruto del árbol prohibido y su esposo también aceptó el ofrecimiento de comer de aquello sobre lo que él precisamente, había sido advertido.
Adán dejó de cumplir con lo que Dios había establecido, es decir dejó de ser la cabeza de la familia para permitir que su esposa lo hiciera partícipe del engaño satánico.
La dimensión de este error nos debe hacer reflexionar acerca de lo que ocurre cuando un hombre declina su condición de jefe de la familia, de sacerdote de su hogar y se somete a los arbitrios de su mujer.
También debería hacer reflexionar a la mujer acerca de las consecuencias de querer ocupar el lugar del hombre en la familia. En todo caso, su gran responsabilidad debe ser obrar de manera opuesta. Lograr que su esposo ocupe el lugar que Dios le ha determinado.

Diego Acosta

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LA REBELDÍA Y LA CAÍDA DEL HOMBRE – V

Génesis 3:6

Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.

Satanás continúa con el proceso de destrucción de las Joyas de la Creación.

Eva ha sido engañada y seducida por los argumentos que le ha dado el enemigo. Es tan importante considerar la cuestión de la tentación, que es necesario advertir que Eva se dejó llevar por la apariencia del árbol, que debió ser sumamente llamativa, como lo es toda la Obra del Creador.

Es decir: Satanás usó la propia belleza de la Creación para terminar de convencer a Eva.

La mujer advirtió que el fruto del árbol era bueno para comer, agradable para el paladar.

También que era muy atrayente para los ojos y finalmente deseable, para alcanzar aquello que le había propuesto Satanás.

Recordemos con relación a la tentación: Puede ser agradable, atrayente y deseable, tres elementos que son más que seductores para dejarnos llevar en un momento de debilidad y hacer lo que no debemos.

Con la tentación generalmente todo sucede muy rápido y luego tendremos un largo tiempo para arrepentirnos de lo que finalmente hicimos.

Nuestros padres cayeron en la grandiosa tentación de: Ser como Dios!

Eva comió del fruto prohibido y dio también a su marido, que también comió.

Se había consumado la gran victoria de Satanás sobre los hombres!

Muchas veces se nos ha enseñado que la tentación no es pecado. El pecado comienza cuando cedemos ante la tentación y hacemos lo que nos está prohibido hacer.

Es importante reflexionar sobre este pasaje bíblico porque resulta de fundamental importancia para nuestra vida cotidiana y para enfrentar las innumerables situaciones que se nos presentan y que afectan fundamentalmente a nuestra carnalidad. Como lo encontramos en Lucas 4:1-13 y en 1 de Juan 2:16.

Eva fue engañada y seducida para ser como Dios y cada uno de nosotros podemos ser engañados para hacer aquello que guardamos como un deseo oculto en el corazón y que puede concretarse en la primera oportunidad que tengamos para hacerlo.

Recordemos así como los hombres pecaron, así también Dios comenzó su Grandioso Plan de Salvación para Adán y Eva y para todos y cada uno de nosotros.

Diego Acosta

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