Una de las enseñanzas que nos dejó el Hijo del Hombre en su ministerio terrenal, fue su comprensión con relación a las actitudes, gestos y comportamientos de las personas que se les acercaron.
Jesús no fue indiferente a nada ni a nadie, no se colocó en una posición superior, sino todo lo contrario. Demostró que aún siendo Dios había venido con un Propósito perfectamente determinado.
Pensemos: Si Jesús hubiera tenido actitudes de soberbia o de orgullo, jamás se hubiera acercado a los desechados que vino a buscar. Y tan importante como eso, estuvo siempre dispuesto a compartir con ellos.
Fueron esas algunas de las reclamaciones que le hicieron los fariseos. Reunirse con quién no debía, comer con quienes no podían compartir su mesa y atender a las mujeres inconvenientes.
Esto nos debería hacer reflexionar con relación a como obramos con quienes están a nuestro alrededor. Estamos dispuestos a acercarnos a ellos o a aceptar de buen grado su compañía?
Estos gestos que aparentemente no tienen la menor importancia, revelan lo que está en nuestro corazón y poner en evidencia lo que declaramos. Somos o no somos sinceros, comenzando con nosotros mismos?
La comprensión con relación a quienes están más próximos, comienza por nuestra actitud de cercanía no de displicencia, de respeto o de altanería.
Jesús siempre estuvo al lado de quienes vino a buscar. Como está a nuestro lado porque también nos vino a buscar a nosotros.
Seamos fieles a Jesús!
Guardemos nuestro corazón de toda actitud de soberbia y seamos comprensivos, amistosos y generosos con nuestro tiempo, mostrando rotundamente la voluntad de servir.
Isaías 6:8
Diego Acosta
Música: Neide Ferreir