DEDICACIÓN

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Hace poco quedé sorprendido con un pensamiento muy duro: Cuánto tiempo le dedico a mi relación con el Señor?

Es sorprendente que este tipo de planteamientos, puedan provenir de nuestro interior, sin que nadie mencione el tema ni haya referencias ajenas a mí.

Entonces por qué la pregunta: Cuanto tiempo le dedico a Dios?

La respuesta es bochornosamente lamentable: Muy poco!

O quizás más preciso sería decir: Poquísimo!

Y por qué ocurre esto?

Simplemente porque le damos siempre más valor aquello que nos resulta urgente y dejamos de ocuparnos de lo que verdaderamente es lo importante.

Esta tal vez sea la clave de mi comportamiento hacia el Eterno!

Siempre tenemos cosas que aparentemente resultan de inexcusable ejecución. Siempre hay cosas que si no las hacemos en el momento, pareciera que el mundo se podría derrumbar.

Pero no es cierto. No hay nada que sea de inexcusable realización ni tampoco el mundo se va a caer a pedazos. Esta es la justificación que me doy para estar alejado del Todopoderoso.

Es evidente que para obrar en relación a la Grandeza de Dios, nuestros comportamientos deben ser totalmente diferentes.

El Creador demanda nuestra atención todo el día y todos los días. Si ÉL fuera el centro de mi vida, dejaría de ocuparme de las urgencias que no son urgentes ni de los apremios que no son apremiantes.

Entonces y solo entonces, comenzaré a descubrir por mí mismo, aquellas cosas maravillosas de las que hablan los grandes hombres de la fe.

Si el mundo no se va a derrumbar por no hacer algo urgente, por qué no pienso que mi mundo si se puede derrumbar por mi falta de consideración hacia lo importante?

Deuteronomio 8:11

Diego Acosta / Neide Ferreira

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