DESÁNIMO

Con la franqueza a veces tremenda de los jóvenes, un hermano hablaba de cómo lo afectaba el ver como los que iban a la cárcel eran siempre los mismos y los que eludían la cárcel, también eran siempre los mismos.

Era evidente que se estaba refiriendo a la constante aparición de casos de corrupción en prisoners1los que personajes conseguían eludir la acción de la justicia.

Este era el fondo de la cuestión, que se hacía más dramático todavía pensando en los problemas que este joven tenía para cumplir con sus compromisos con el Estado.

Esa sensación de impunidad le resultaba insoportable, pero le aclaramos que no era el único que encontraba en esa situación, porque en el fondo a todos nos afecta de manera parecida.

Le recordamos que la Palabra de Dios nos revela que el corazón del hombre es desesperadamente corrupto, incluso nuestros propios corazones, por tanto era una batalla que debíamos librar contra nuestra propia naturaleza.

No estábamos tratando de consolar a nuestro joven hermano, sino tratando de explicar una situación que tiene que ver con el poder y con la forma de ejercerlo.

Corruptores y corrompidos hubo y seguramente seguirá habiendo, pero lo importante es la actitud que tengamos frente a ello. Ni de desánimo ni de resignación, sino de confianza en la Justicia verdadera.

1 Reyes 8:32
Diego Acosta García

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