El Libro de Job encierra enseñanzas grandiosas para la vida de los creyentes.
Una de ellas, es la de saber el alto significado que tiene el hecho de que Dios haya puesto sus ojos sobre nuestra vida, para corregirnos.
Solamente así entenderemos que se nos pueda considerar Bienaventurados, cuando estamos atravesando momentos difíciles, tremendos, como los que sufrió Job.
Es precisamente en esas circunstancias cuando debemos aferrarnos a esa convicción, de saber que todo lo que nos ocurre nos tiene por los principales beneficiados.
Dios no se complace con nuestro dolor!
Dios no se complace con nuestras dificultades!
Dios no se complace con nuestro sufrimiento!
Todo lo contrario!
Cada momento de tribulación en el que moldea nuestro ánimo, nuestro corazón, nuestra mente y nos hace mejores, nos acerca a esa Perfección a la que debemos aspirar.
Esta es la idea que Elifaz, el temanita, intentó trasladar a Job en medio de su cruel realidad y de la propia visión que tenía de todo lo que le había ocurrido.
El propósito final del Eterno con cada prueba a la que nos somete, es hacernos hombres y mujeres mejores, capaces de saber que en medio del sufrimiento, es cuando más debemos recurrir a la confianza puesta en ÉL.
Cuando pienso en Job, me recuerdo de algunos momentos de mi vida en los que parecía todo oscuro. Hasta que por fe me imaginaba el momento en el que la Luz resplandecería y me haría olvidar los momentos de tribulación.
En la hora de la adversidad, recordemos que somos Bienaventurados, aunque nuestra mente se niegue a aceptarlo.
Job 5:17
He aquí, bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga;
Por tanto, no menosprecies la corrección del Todopoderoso.
Diego Acosta / Neide Ferreira