ANTIVIRUS
Cada día nos podemos convencer como el tiempo en el que vivimos, cada locura o necedad, disfrazada de genialidad parece algo tremendamente atractiva.
Por destacar una de las últimas, es la supuesta disputa entre dos supuestos creadores, que se acusan mutuamente de haberse plagiado una estatua invisible.
A pesar de todo se les puede conceder la capacidad de inventar hasta el absurdo, un tema para ganar la fugaz notoriedad que otorga verse retratados ante un vacío en una plaza que por supuesto no tiene ninguna estatua.
Resulta patético que esta tontería pueda despertar que haya voces que se levanten a favor de uno u otro de los supuestos autores de las supuestas estatuas.
Si una cuestión como esta, despierta la atención de muchas personas, podemos llegar a pensar que nos estamos adentrando en el abismo sin límites de lo vano, lo superfluo y lo sin-sentido.
Diego Acosta