DOLIDO

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La importancia de las cosas que nos ocurren, siempre se ven disminuidas cuando las contrastamos con la vida de Jesús.

Especialmente aquellas que tienen que ver con las humillaciones, las afrentas, incluyendo los castigos físicos y las burlas inmisericordes.

Esto vino a mi mente cuando de la manera más inesperada debí afrontar una situación en la que me consideré tratado con injusticia, humillado.

Es muy difícil poder definir que parte de mi fue más afectada: Si mi supuesto buen nombre y honor o el orgullo o la dignidad.

La primera reacción fue la de hacer justicia, obviamente con mis manos y según mi criterio, arbitrariamente a mi favor, por supuesto.

Cruda realidad la que enfrenté, porque debí hacerme cargo de mis decisiones, aunque no fueran las mejores ni las que se podía esperar de alguien que se llama creyente.

En el momento de comenzar a actuar según mi idea de la auto-justicia, fue que vino a mi memoria lo sufrido por Jesús.

Me puedo comparar con Jesús? En qué?

En Dignidad?

En Santidad?

En Amor?

En Misericordia?

En Grandeza?

Ni en eso ni en ninguna otra cosa, me puedo comparar o siquiera intentarlo con el Hijo del Hombre!

Siendo así, por qué ante la menor adversidad reaccionamos defendiendo lo que somos o lo que nos creemos que somos?

Acaso Jesús se defendió luego de haber sufrido lo que sufrió?

Se lamentó de todo lo que había sufrido en lo físico y en lo espiritual?

Se mostró DOLIDO?

Recordemos esta lección para no caer en la ligereza de buscar la justicia del hombre, en lugar de esperar la Justicia de Dios!

Filipenses 3:8-10

Diego Acosta
Música: Neide Ferreira

www.septimomilenio.com

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