DOS MUNDOS

Vivimos con la posibilidad permanente de ser parte de una lucha que se libra no al alcance de nuestra vista, pero que es absolutamente real y tangible.

Estamos hablando de la lucha que debemos mantener como hijos de Dios para vivir en el mundo que nos rodea, para superar todas las dificultades y trampas que se nos plantean a diario.

Jesús oró por nosotros no para que nos quitara del mundo, sino para que nos guardara de allí la importancia que tiene que seamos plenamente conscientes de esta lucha.

Estamos en el mundo para influir, para ser Luz y para ser Sal y por tanto no nos debemos dejar seducir por las argucias del mundo ni por sus atractivos que muchas veces tienen una forma de exhibirse prodigiosa.

Estamos hablando de todas  las atractivas tentaciones que se nos presentan bajo los falsos argumentos que nos inducen a pensar que son para que los hombres vivamos mejor.

Para atraernos a un mundo tan maravillosamente grato en la superficie y tan profundamente cruel en cuanto superamos las pompas de jabón que lo rodean.

No debemos de temer de ser parte de la lucha de lo espiritual contra lo material, porque sabemos que finalmente el Bien prevalecerá sobre el mal y que el triunfo final será de nuestro Señor.

Juan 17:15
Diego Acosta García

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