EL BUEN ÁNIMO

Hay días más singulares que otros, aunque todos tienen algo especial que los distingue de una manera especial y no es otra cosa que la certeza absoluta de que cada día tenemos sobre nosotros la Misericordia del Señor.

Con esta confianza debemos comenzar cada día, teniendo esa seguridad que se manifiesta aún a pesar de nuestras circunstancias, de los tiempos difíciles que podemos estar viviendo.

Precisamente en eso radica la fe: En tener confianza en medio de la oscuridad más grande, sabiendo que siempre tendremos una Luz que nos guíe y nos ilumine.

Cada uno de nosotros sabemos que la vida de los creyentes no es una vida fácil, todo lo contrario, porque quién asegure que hay una vida diferente solamente está tergiversando la Palabra de Dios.

No estamos en el mundo para tener dinero en abundancia o ser hombres exitosos, estamos para recibir la Misericordia de Dios y para llevar la Palabra de Salvación a quienes no la conocen.

Hagamos de cada día lo que la Palabra nos manda, un tiempo distinto al día de ayer y al de mañana, haciendo un ejercicio de rotunda confianza en que esto es lo mejor para nosotros.

Tengamos buen ánimo, para nosotros mismos y para quienes nos rodean. El buen ánimo refleja nuestra relación con Dios y es un testimonio callado pero que puede revelar a gritos la grandiosidad de la Salvación.

Mateo 9:2
Diego Acosta García

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