EL CUIDADO

Como una norma general de la especie, cuidamos de nuestros hijos.

Es algo que naturalmente hacemos la gran mayoría de los humanos y que también hacen la inmensa mayoría de las otras especies de la Creación.

Por estas razones es que nos llama tanto la atención, cuando conocemos casos de niños maltratados por sus padres.

Pero el cuidado tiene sus matices. Cuidar significa alimentar, vestir, proteger y en la mayoría de los casos también significa educar?

Probablemente la respuesta mayoritaria sería una rotunda afirmación. Pero sigue existiendo algo más que debemos considerar: Se trata de lo que enseñamos a nuestros hijos.

En primer lugar con nuestro ejemplo cotidiano y luego con lo que forma parte del diario vivir.

Si hablamos de respeto, debemos respetar, si hablamos de consideración, debemos considerar, si hablamos de humildad obviamente debemos ser humildes.

Pero sigue faltando lo más importante: Si nos expresamos a través de nuestro ejemplo diario, también nos debemos manifestar a través de enseñar acerca de nuestro Dios.

El mismo que nos ha Creado, nos ha dado la vida y lo que somos. Y debemos hablar de su Grandeza y de la entrega de Jesús por todos nosotros.

Si no hablamos a nuestros hijos del Hijo del Hombre, estaremos faltando seriamente a una de nuestras principales obligaciones. Una que nos será especialmente reclamada en el Juicio.

Si anhelamos que nuestros hijos sean personas saludables tanto en lo físico como en lo espiritual, debemos proporcionarles los alimentos indispensables.

Y el principal de ellos para que sean hombres y mujeres gratas y fieles al Señor, es hablarles de Jesús y sus enseñanzas.

Deuteronomio 4:9

Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos.

Deuteronômio 4:9

Tão somente guarda-te a ti mesmo e guarda bem a tua alma, que te não esqueças daquelas coisas que os teus olhos têm visto, e se não apartem do teu coração todos os dias da tua vida, e as farás saber a teus filhos e aos filhos de teus filhos.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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