Creo, que todos tratamos de eludir cualquier forma de padecimiento. Creo, que todos buscamos no caer en ese tiempo tan temido del sufrimiento.
Job, en su momento también lo hizo y se quejó amargamente a propósito de los males que le sobrevinieron, que fueron tan grandes, por lo que llegó a decir palabras muy duras.
Palabras que revelan además a un autor que convirtió al Libro de Job en una de las obras cumbres de la literatura universal.
La historia del personaje puede remontarse a los tiempos de Abraham y el texto haberse escrito varios cientos de años después.
Todos estos detalles sirven para demostrar como el dolor del justo es un tema tan antiguo, casi como el hombre mismo.
La cuestión que siempre me he planteado leyendo a Job, es la magnitud de sus quejas al propio Creador, ya que hasta llega a reclamar la gracia negada de haber muerto en el momento del parto que le dio la existencia.
Las quejas al Soberano por tanto no resultan nuevas y puede que pocas sean tan justificadas como la de este personaje tan importante en Oriente.
Lo que me hace reflexionar acerca de nuestro temor por el dolor y nuestra falta de confianza en el Único que puede aliviarlo y en el Único que nos puede traer el Consuelo que viene de lo Alto.
Job mismo decía que aquello que temía, le terminó ocurriendo, por lo que creo que debo, debemos recapacitar sobre su ejemplo y sobre su regreso al Dios de la Gloria.
No temamos al dolor! Oremos para que el desánimo y la queja, no nos aparten nunca de Quién nos dio la vida.
Job 3:20-21
Por qué se da luz al trabajado,
Y vida a los de ánimo amargado,
Que esperan la muerte, y ella no llega,
Aunque la buscan más que tesoros?
Diego Acosta / Neide Ferreira