DEVOCIONAL
El admirable mandato que recibió Salomón de su padre, para que levantara el Templo que se consagraría a Jehová, nos lleva a algunas reflexiones.
Si grandiosa era la obra física, no menos grandiosa resultó la obra espiritual, ya que el hijo de David debía prepararse para afrontar una responsabilidad de tan alto contenido.
El rey le dijo que no desmayara, que no temiera y que se esforzara, en el cumplimiento de la gran tarea que se le encomendaba.
Si llevamos este episodio a nuestra vida personal, también tenemos la alta responsabilidad de erigir el templo para el Espíritu Santo.
Solo que en este caso el templo somos nosotros mismos y de allí la necesidad de aspirar a ser dignos de semejante honor y también a ser íntegros en la cotidiana tarea de levantar el templo espiritual.
Por estas razones no debemos desmayar ante la adversidad ni ante los tropiezos, porque del mismo modo como Salomón tenía el respaldo de Jehová, tenemos sobre nosotros el del Espíritu.
1 Crónicas 24:13
Entonces serás prosperado, si cuidares de poner por obra
los estatutos y decretos que Jehová mandó a Moisés para Israel.
Esfuérzate, pues, y cobra ánimo; no temas, ni desmayes.
Diego Acosta / Neide Ferreira