En estos tiempos que vivimos casi no escuchamos nada, porque estamos absorbidos por el bullicio de palabras y más palabras.
Difícilmente podríamos reparar en la grandiosa enseñanza que Jesús nos dejó, con su silencio en los días finales antes de su muerte y Resurrección.
Llevado ante Herodes, el Hijo del Hombre respondió con silencio, a las preguntas que le formulaban.
Incluso, teniendo a su favor la circunstancia que el rey de Galilea tenía gran interés en conocer a aquel hombre que arrastraba a multitudes con sus mensajes.
Pero Jesús guardó silencio!
También ante quienes lo seguían acusando ante el rey, para que fuera condenado a muerte, por ser una amenaza para el orden del imperio.
Pensando en esto, comprendí cuántas veces me he equivocado hablando, sobre todo para defenderme, en lugar de dejar obrar al Hijo de Dios, como mi gran abogado.
En la mayoría de las situaciones, nuestro silencio puede ser más elocuente que el mejor de nuestros discursos, porque la Justicia es del Padre y la Defensa de su Hijo.
Lucas 23:9-10
ES – Y le hacía muchas preguntas, pero él nada le respondió.
Y estaban los principales sacerdotes y los escribas acusándole con
gran vehemencia.
PT – E interrogava-o com muitas palavras, mas ele nada lhe respondia.
E estavam os principais dos sacerdotes e os escribas acusando-o com
grande veemência.
Diego Acosta / Neide Ferreira