Algunas personas en el mundo afirman que si alguien no tenía un enemigo era porque… no había vivido. Esta frase fue muy repetida y deja esbozada la necesidad de tener personas con las que debemos de tener conflicto.
La cuestión de tener un enemigo o varios enemigos plantea un interrogante: Que actitud adoptamos frente al enemigo personal o frente a nuestros enemigos? Por de pronto según los valores del mundo, deberíamos enfrentarlos y de la peor manera posible.
Son famosas las frases acerca del tratamiento que se merecen los enemigos y ninguna de ellas plantea la más mínima consideración hacia quién o quienes son personas a las que debemos de tratar de vencer.
Y que debemos hacer los creyentes con relación a nuestros enemigos?
Esta pregunta genera otra: Es posible que quienes nos llamamos creyentes tengamos enemigos? Puede que no haya nada contra nadie en nuestro corazón, pero no es excluyente de que sí lo tengan otras personas.
Es rotundamente falso que quienes nos llamamos creyentes podamos tener actitudes de encono hacia quienes podemos considerar enemigos. En el Antiguo Testamento hay clarísimos ejemplos de lo que Dios espera que hagamos con quienes nos aborrecen.
Y también se nos exhorta a darles de comer y de beber si tuvieran hambre y si tuvieran sed. Jesús nos mandó a amar a nuestros enemigos. Por lo tanto el trato y la actitud que dispensemos a nuestros enemigos, de ninguna manera es ajena a los mandatos del Eterno.
La humildad y el amor es la mejor defensa contra nuestros enemigos!
Mateo 5:43-45
Devocional: Diego Acosta
Música: Neide Ferreira
www.septimomilenio.com
Edición: Davi Blumenthal
PactoNuevo – http://www.pactonuevo.org
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