ENGAÑARSE

Hablábamos de los efectos del engaño, de lo doloroso que resulta saber que la persona en quién confiábamos nos ha defraudado, muchas veces en cosas sin importancia.

Pero casi nunca hablamos de quién engaña, de quién no hace honor a la confianza que ha recibido de otra persona y la defrauda en la mayoría de los casos por verdaderas minucias.

Quizás deberíamos preguntarnos: Por qué engañamos? Que ocurre en nuestro interior cuando decidimos engañar, mentir, decir algo que no es verdad?

Tal vez la respuesta sea que en nuestro interior hay engaño, que hay algo en lo más profundo de nuestro corazón que tiene propensión al engaño y que no consideramos la mentira como algo que está fuera de lugar.

Si somos realistas con este análisis de nuestra vida interior tal vez lleguemos a la conclusión que cuando engañamos los primeros afectados somos nosotros mismos.

Cuando decidimos mentir ya estamos imaginando algo que no es correcto, que se aparta de todo lo que se nos ha enseñado y nos abandonamos al padre de la mentira, que es el enemigo de nuestra fe.

Debemos ser capaces de librar la batalla contra el mal que está en nosotros mismos, buscando con denuedo la Verdad y pidiendo, clamando por la ayuda del Espíritu Santo.

Isaías 47:10
Diego Acosta García

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