La Iglesia es un lugar donde cuidamos a los heridos y no herimos a las personas en el nombre de Jesús. Esta rotunda frase nos debe llamar a la reflexión más profunda.
Es verdad que la Iglesia debe cuidar a los heridos. Pero: Por qué nos sorprende tanto el hecho de que se diga que no debemos herir a las personas en el nombre de Jesús?
Esto supone poniendo la frase por la afirmativa, que efectivamente se hieren a las personas en la Iglesia. O sería más correcto decir que se hiere a algunas personas en algunas Iglesias.
Sea como sea la cuestión es tan preocupante que debemos comenzar por nosotros mismos con el tema. Acaso alguna vez fuimos heridos? Acaso alguna vez herimos a algún hermano?
Es probable que tengamos que responder afirmativamente a la pregunta de si fuimos heridos. Pero en cambio podríamos decir que es seguro que hayamos herido a algún hermano o a alguna hermana.
Debemos pensar que las peores heridas las provoca nuestra boca, lo que decimos, lo que hablamos con los demás acerca de una determinada persona.
Pensemos en esto para que no haya más heridos en la Iglesia y la única forma de conseguirlo será usando nuestras palabras con prudencia y nuestros comentarios con la mayor mesura.
Jesús nos mandó a amar al prójimo y también a nuestros enemigos. Como no habríamos de amar a nuestros hermanos de congregación? Recordemos que el amor y la misericordia no deben ser palabras, deben ser hechos!
Job 4:4
Diego Acosta García