Esta alegoría a los hombres que trascienden al resto de los mortales es un argumento recurrente para exaltar valores que poco tienen que ver con las normas con las cuales debemos vivir.
Se exalta así la violencia más extrema e irrazonable, las aventuras más disparatadas disfrazadas de modernismo, los juegos más fantasiosos, todos con seres grandiosos, inalcanzables.
También entran en esa categoría hombres que por distintas razones tienen relevancia en casi todos los órdenes de la vida de la sociedad, incluyendo a quienes logran fantásticas cantidades de dinero en cortísimo tiempo y sin tener en cuenta sus métodos.
Estos son nuestros héroes? Estos son los hombres que conforman nuestro imaginario mundo de personas trascendentes? No resulta hasta enfermizo que hayamos caído a este nivel de preferencias?
Está claro que el mundo precisa héroes como si fueran los modelos admirables e imitables, sin pensar siquiera en el valor que le concedemos a cuestiones que tienen poco valor o ninguno.
Y lo que es peor estamos admirando actitudes, hechos, acciones que no tienen nada que ver con los valores de otros héroes anónimos, que de verdad se juegan la vida en su trabajo.
Reflexionemos acerca de lo que representan nuestros héroes y los confrontemos con los auténticos grandes personajes bíblicos, podremos comprobar que a los grandes hombres los sostiene el Eterno.
Daniel 3:16
Diego Acosta García
