DEVOCIONAL
Una madre se quejaba amargamente de le pesada carga que suponían en su vida sus tres hijos. Me quitan la libertad, me agobian con sus problemas y me complican con sus horarios.
Pensando que se trataba de un momento de mal humor, no le respondí. Pero cuando insistió luego de algunos días, la invité a recordar los tiempos de su niñez, cuando ella le quitaba la libertad a sus padres, los agobiaba con sus problemas y los complicaba con sus horarios.
Ella se sonrió y me contestó: Si es lo mismo que te he dicho. Obviamente a partir de ese momento, pudimos reflexionar sobre algo que se repite con la rigidez de un ciclo vital.
Quienes hoy somos padres o abuelos, también fuimos niños y también le hicimos a nuestros mayores, lo mismo que nuestra descendencia nos hace en el tiempo presente.
Lo importante es recordar que somos padres por la Gracia del Eterno y que nuestra responsabilidad es hacer de nuestros hijos, hombres y mujeres fieles a Jesús. Y educarlos en los principios de nuestra Fe!
Deuteronomio 4:9
Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos.
Deuteronômio 4:9
Tão somente guarda-te a ti mesmo e guarda bem a tua alma, que te não esqueças daquelas coisas que os teus olhos têm visto, e se não apartem do teu coração todos os dias da tua vida, e as farás saber a teus filhos e aos filhos de teus filhos.
Diego Acosta / Neide Ferreira
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