Como siempre, el Creador nos enseña con las cosas más sencillas, los argumentos más difíciles.
Pensaba como habrían sido los días de Jesús en la Tierra. Como caminaría, comería, hablaría, dormiría y todo me resultaba más que complicado de imaginar.
Sobre todo para una persona que ha vivido toda su vida o prácticamente toda su vida, en ciudades, en grandes conglomerados.
Y además de eso, todo lo que supone vivir en una ciudad con todos sus atractivos, sus servicios para los eventos de la naturaleza, como una nevada, por ejemplo.
Mi mente era incapaz de suponer como habrá sido el tiempo del Hijo del Hombre en la Tierra, mucho más en Israel, cuya mayor superficie es desértica.
Tanto tratar de imaginar para hacerme comprender…y al Señor le bastó con una foto lograda por un hermano evangelista en el interior de su país, para captar lo que me resultaba tan difícil.
En esas sencillas viviendas, con una calle de tierra y en medio de la naturaleza, allí cumplía su mandato el hermano evangelista… del mismo modo que Jesús cumplió con el suyo.
En otros tiempos y en otras circunstancias, pero superando lo que nos sobra en una ciudad y lo q ue tanto falta en las pequeñas poblaciones.
Solamente que en estos ejercicios mentales nos olvidamos de lo fundamental: Dios nos acompaña siempre, en cualquier lugar y en cualquier circunstancia en que le podamos servir.
Una sencilla casa puede acoger el mensaje de Salvación, de la misma manera que ocurrió en los tiempos de Jesús. No miremos las circunstancias. Miremos hacia lo Alto!
Marcos 16:15
Diego Acosta / Neide Ferreira