Muchas encuestas revelan que la corrupción es uno de los problemas que más preocupan a los ciudadanos y de manera especial, la corrupción de los políticos.
Esta cuestión es muy antigua porque desde siempre hubo quienes por avaricia o por otras oscuras razones se ha van valido de sus cargos para enriquecerse.
La Palabra de Dios nos enseña que el corazón del hombre es desesperadamente corrupto, por lo que este asunto debe ser tratado con una especial atención.
¿Cuándo se habla de hombres corruptos, hablamos solamente de los corrompidos? ¿O cuando hablamos de hombres corruptos, también hablamos de los corruptores?
Para que haya corrupción necesariamente debe haber dos personas: el que corrompe y el que es corrompido. Por tanto es tan responsable uno como otro.
La cuestión pareciera ser desde la perspectiva del mundo, que se hace con los corruptos. La sociedad debe percibir que la corrupción es perseguida como un grave mal que la afecta.
Desde la perspectiva espiritual se nos enseña que el dinero y la avaricia constituyen dos elementos fundamentales en cuanto a las actitudes del corazón humano.
Por tanto guardemos nuestro corazón de todo espíritu de codicia porque es el comienzo de otras graves cuestiones que nos enfrentan de manera definitiva con las normas del Señor.
Gálatas 6:8
Diego Acosta García