LA ESPERA

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El refranero popular es casi inagotable en sus referencias a la vida de los hombres.

Uno de esos dichos, lo mencionamos como especialmente indicador de cómo son nuestras actitudes. Dice más o menos textualmente: El que espera…desespera.

Podríamos decir que es casi un axioma, una verdad irrebatible, porque se lo considera absolutamente cierto e inapelable.

Cada vez que alguien menciona a la situación en la que se encuentra alguien que espera, se le agregará rápidamente la frase en cuestión.

Sorprende y mucho, que esta frase sea aplicable también a algunos creyentes que están viviendo ese tiempo tan especial.

Sorprende, porque si alguien no debería desesperar en la espera, es precisamente un hijo de Dios, pues debería estar afirmado en la Roca de la Fe.

Por qué desesperamos en el tiempo de la espera?

Deberíamos apelar a la rotunda elocuencia de Jesús, para hacer Memoria de todo lo que se nos ha enseñado…y tener presente todo lo que no hemos aprendido.

Quién tiene su confianza puesta en el Señor, siempre podrá aguardar pacientemente, sin caer en ninguna clase de desesperación o en la amargura.

Quién espera en el Señor, SIEMPRE tendrá respuesta!

La cuestión fundamental es entender que el Tiempo del Todopoderoso, es diferente del nuestro. ÉL es Eterno y nosotros gozamos del Tiempo, como una Gracia de su Misericordia.

Si no tuviéramos la medida del Tiempo, viviríamos la inconcebible realidad de no tener referencias de lo que hacemos en la inacabable sucesión de los días.

Cuando llegue el tiempo de la espera, no nos abandonemos a la desesperación. Entreguemos nuestra ansiedad al Señor y ÉL obrará!

Salmo 31:24

Diego Acosta / Neide Ferreira