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Cuando los talibanes recuperaron el control de Afganistán hubo muchas voces que llegaron a afirmar, que se comprobaría como este grupo musulmán, sería bueno para administrar el país.
Pero estas afirmaciones no tenían ningún fundamento como lo están demostrando las medidas que desde la perspectiva islámica se están concretando.
La última de ellas ha sido la de cerrar las escuelas para que las niñas no reciban educación, al contrario de lo que ocurre con los niños varones.
Lo grave de esta situación, es que a pesar de todo se siguen escuchando voces favorables a las prácticas musulmanas y en cambio la condena por estos hechos, no superan los límites de la contención.
Y en medio de ese silencio ominoso y hasta culpable, las organizaciones feministas se destacan sobradamente porque quedan al descubierto sobre sus verdaderas intenciones.
La libertad es reclamada para todas las mujeres y en el caso de las musulmanas, esa libertad pareciera que no importa mucho que sea casi inexistente o condicionada por las normas coránicas.
Diego Acosta