Pareciera que uno de los grandes atractivos que tiene para nuestra sociedad es la de saber las intimidades de la vida de los demás, tanto que se ha convertido en un gran negocio esta auténtica debilidad.
Incluso hay personas que venden sus derechos como seres humanos y sacan rédito de sus propias miserias, de lo peor de sus vidas para convertirlos en ganancias fáciles.
En otra escala siempre habrá quienes esté dispuestos a hablar de la vida de los demás y siempre habrá quienes estén dispuestos a escuchar cosas que muchas veces no tienen la menor importancia, sin distinción de sexos.
Y si la tuvieran, no llegan a despertar la menor misericordia hacia la persona que vive determinadas situaciones y por el contrario, disfrutamos de los tropiezos y de los avatares de las vidas en graves riesgos espirituales.
El chisme destruye al que lo crea o lo repite y al que lo escucha o divulga, destruye a las personas que son objeto de esta forma inmisericorde de violar su intimidad o su vida, aún cuando esas personas lucren con su intimidad.
Esencialmente el chisme es lo opuesto a muchas de las enseñanzas que hemos recibido, porque se escuda en la maledicencia, en el doble ánimo o en la voluntad de hacer daño.
Desterremos toda forma de chisme en nuestra vida, no lo aceptemos ni siquiera como oyentes circunstanciales y mucho menos lo entendamos como una diversión. Busquemos solamente la Verdad.
Levítico 19:16
Diego Acosta García