LA SABIDURIA DE ESCUDRIÑAR

El ritmo frenético en el que vivimos nos aleja de la posibilidad de pensar en las cosas de Dios. Nos aleja de la necesidad que tenemos de analizar todo lo que ocurre a nuestro alrededor desde la perspectiva de su Palabra.

Si esto es así con las cosas que nos rodean, cuánto más será con nuestra propia relación con el Señor de nuestras vidas. Debemos confrontar nuestros pensamientos y nuestras decisiones con aquello que Él quiere de nosotros, con el propósito que sabemos Él tiene para nosotros.

Por tanto debemos escudriñar lo que nos ocurre y lo que ocurre, lo que es evidente y lo que está oculto, lo que es del espíritu y lo que es de la carne. Solamente escudriñando podremos evitar apartarnos de las cosas de Dios.

En estos tiempos tan complejos no tengamos miedo de detenernos el tiempo que haga falta para escudriñar dentro de nosotros lo que estamos haciendo, para diferenciar con la sabiduría que viene de lo Alto, lo que es  Verdad y lo que proviene de nuestras emociones, de nuestros sentimientos.

Solamente así evitaremos ser engañados por los falsos profetas de los tiempos finales. Evitaremos que las cosas que no son de Dios las aceptemos porque vienen escondidas bajo atractivos envoltorios. Lo que es de Dios es diáfano y transparente, tan diáfano y transparente que muchas veces no queremos ver lo que Él nos muestra.

Lm 3:40

Diego Acosta García

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