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Desafiando las teorías que anunciaban la planicie del planeta, el portugués Fernando de Magalhães, bajo la autoridad de los reyes católicos, en estos días terminó hace más de 500 años la travesía del estrecho que con los años llevaría su nombre, pero en español.
Se cumplió así el mandato que se le había encomendado de unir los dos grandes Oceános: el Atlántico y el Pacífico, en la búsque de un nuevo rumbo hacia las Indias.
El estrecho separa el continente americano de la Isla Tierra del Fuego y es conocido por ser una de las travesías más difíciles e inhóspitas del mundo.
Tiene una longitud de 565 kilómetros y su navegación es considerada en nuestros tiempos, un auténtico desafío, lo que agiganta la misión cumplida por su descubridor.
Y confirmó contra algunas de las teorías de la época, que la Tierra era redonda y que no existían los confines que mencionaban quienes aseguraban que el planeta era plano.
Diego Acosta