BLOG del TIEMPO
Mirando con atención la imagen de un anciano de 95 años, surgen varias cuestiones que tienen que ver con nosotros y no con él.
El anciano sigue predicando en Uganda, con una Biblia gastada el tiempo, pero adquiriendo un valor muy especial en sus manos.
Y no es porque alguien le pueda otorgar más valor a la Palabra de Dios, sino porque este hombre en su tremenda humildad, empequeñece a quienes solo somos militantes de la vana-gloria.
Y en este punto, nos preguntamos escucharíamos a este predicador?
Salvando las diferencias culturales, lo escucharíamos?
O tal vez antes se nos pasara por la cabeza la posibilidad de vestirlo, adecentarlo según nuestro modelo de decencia y de hacerlo creíble según nuestros parámetros.
Ante la visión de la imagen, resulta patético nuestro esfuerzo por comprender que este anciano está haciendo lo más importante que se pueda hacer en la vida: Cumplir con lo que nos mandó Jesús.
Llevar el Evangelio a todos los confines! Que Dios bendiga a este siervo ejemplar!
Diego Acosta
Foto: Carlos Corbelini