Cuando leo el Antiguo Testamento y aprecio con qué minuciosidad Jehová administra los territorios de Su Pueblo, recibo una gran lección sobre los límites que les impone.
Evidentemente se trata de límites físicos, que son los que permitieron que las Tribus de Israel, pudieran no solamente convivir, sino también establecer sus propias normas y crecer.
No es acaso lo mismo que ocurre con las personas?
Algunos piensan, que los límites son los impiden a los hombres y a las mujeres desarrollar sus talentos, cuando en realidad es todo lo contrario.
Pienso que cuando obramos sin límites, lo que ocurre es que perdemos la libertad, porque inevitablemente somos cautivos de las acechanzas del mundo.
Somos víctimas del dinero, de la lascivia, de la vanidad y del caos, porque creyendo que cada vez somos más libres, lo que estamos haciendo es caer en un abismo tenebroso.
En la vejez de Josué, recibió de Jehová las instrucciones para que las Tribus pudieran ocupar los territorios que les asignó.
Y lo hizo con límites muy precisos!
Yo también tengo límites, que cada vez que trato de violentarlos, siempre termino lamentando mi torpeza y pidiendo perdón al Supremo para restaurar los daños.
Cada límite que me impongo y que impongo a mis hijos, es en realidad una defensa poderosa, primero contra mi propia persona, que no termino de someter a la Obediencia reclamada.
Cada vez que hablemos de límites, no caigamos en la tentación de evitarlos o de negarlos, porque entonces estaremos dando los primeros pasos en la dirección equivocada.
Nos estaremos alejando del verdadero Camino!
Josué 18:20
Y el Jordán era el límite al lado del oriente. Esta es la heredad de los hijos de Benjamín por sus límites alrededor, conforme a sus familias.
Diego Acosta / Neide Ferreira