DEVOCIONAL
Más de una vez he tomado conciencia de mi actitud de ver y no ver.
Aunque parezca contradictorio, se trata de que no presto atención a las cosas que me rodean, porque estoy abstraído en mis propias preocupaciones.
Digamos que se trata de otro caso de ombliguismo o de comodidad, porque ciertamente resulta más fácil no ver lo que tenemos delante, por muy evidente que sea.
De esta manera no veo las necesidades del Prójimo ni me preocupo por pensar en la que forma en que podría ayudar a que no sean tan agudas o imperiosas.
Se comprende así como en la parábola de Jesús, todos pasaron al lado del caído y nadie lo ayudó. Salvo uno, que viendo la necesidad tuvo compasión y se puso en acción para solucionarla.
Cuando me vienen estos pensamientos, siempre concluyo en el mismo punto: Y si Dios tuviera una mirada distraída conmigo? Y si no mirara mis necesidades?
Entonces pido perdón y busco ayudar. Pero el miedo no es la mejor motivación para hacerlo.
Deuteronomio 22:4
Si vieres el asno de tu hermano, o su buey,
caído en el camino,
no te apartarás de él; le ayudarás a levantarlo.
Deuteronômio 22:4
O jumento que é de teu irmão ou o seu boi
não verás caídos no caminho e deles te esconderás;
com ele os levantarás, sem falta.
Diego Acosta / Neide Ferreira