Es posible que alguna vez nos hayamos peguntado quienes son los misioneros, quienes son esas personas que abandonan su comodidad y se marchan a evangelizar.
Podríamos decir que misioneros deberíamos ser todos los hombres y mujeres que nos llamamos hijos de Dios, pues a todos se nos dio la Gran Comisión de llevar el Evangelio hasta los confines de la tierra.
Sin embargo la gran mayoría de nosotros interpretamos que la condición de misioneros está reservada a algunas personas y nos excluimos de ese llamado.
En realidad misioneros somos todos los creyentes, a todos se nos demandará el cumplimiento de la Gran Comisión, puesto que todos tenemos a quién llevar la Palabra de Salvación.
Es evidente que nos resulta más fácil y sencillo no hablar a nuestros familiares para no despertar rencillas, a nuestros vecinos para que no piensen mal de nosotros y a los desconocidos para evitar litigios.
Pero esta lista es fundamental para que nos convirtamos en misioneros. Nunca se nos dijo que fuera fácil llevar el Mensaje de Esperanza, por lo tanto debemos asumir todos los riesgos que eso implica.
Estamos viviendo horas decisivas o nos estamos acercando al tiempo de las horas determinantes. No eludamos nuestra responsabilidad y asumamos que somos todos misioneros.
Romanos 10:15
Diego Acosta García