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El imán de la mezquita de Al Azhar en el Cairo, una de las figuras más relevantes de la minoría musulmana suní, nuevamente conmovió a propios y extraños con sus declaraciones con relación a la mujer.
Ahmed El Tayeb dijo que el remedio que el Corán ofreció es golpear de un modo simbólico con el propósito de reformar sin causar daño, perjuicio o dolor.
Y agregó el líder en Egipto: los textos del Corán y las disposiciones de la ley islámica son válidos en todo momento y lugar, destacando que los hombres están a cargo de las mujeres en virtud de la preferencia que Alá ha dado a unos sobre otras.
Completando sus expresiones dijo que las habrá que sean rectas, obedientes, pero aquellas mujeres cuya rebeldía temáis, amonestadlas, no os acostéis con ellas, pegadles, pero si os obedecen no busquéis ningún remedio contra ellas.
Explicó que la acción de un hombre de golpear a su cónyuge tiene unas normas y límites, pues no debe romperle un hueso, ni provocarle daños en un órgano o miembro de su cuerpo, ni pegarle con la mano en la cara ni dejarle heridas ni causarle perjuicio sicológico.
Para pegarle sugirió usar un pequeño palo de madera usado en la antigüedad para limpiarse los dientes o el cepillo de nuestro tiempo.
Nos preguntamos: se puede castigar a alguien sin causarle lesiones, ni heridas ni daños de otro tipo?
Seguimos preguntando: Por qué las defensoras de la igualdad del género no han hecho ninguna mención pública a lo expuesto por el imán?
Finalmente nos preguntamos: Las mujeres árabes son ciudadanas de segunda o para ellas los derechos no tienen vigencia?
Diego Acosta