Seguramente por causa del vértigo en el que vivimos, nos olvidamos de una cuestión esencial: De la memoria que el Eterno tiene de nuestras obras.
Si no fuéramos tan torpes en nuestras actitudes, tendríamos presente que no solamente nada permanecerá oculto, sino que nada será olvidado.
Esta advertencia debería hacer corregir nuestros comportamientos y recuperar el rumbo perdido en los diarios afanes.
Leyendo a Oseas, recordé esta cuestión y decidí hacer una especie de inventario de mis errores y de lo que pensé sobre ellos.
Creyendo que nada tendría importancia. Pero olvidé que la mirada del Omnipotente está puesta sobre cada criatura y naturalmente, sobre mí también.
No nos olvidemos de esto, porque el Día del Juicio, nos serán reclamadas decisiones y hechos, que podríamos haber pasado por alto. Pero no el Señor!
La única manera de luchar contra esta forma de olvido, es la de vivir de acuerdo a lo que nos manda el Creador, siempre.
En cualquier circunstancia y lugar. Sin excepciones ni claudicaciones, propias de la debilidad de nuestra carne.
Oseas 7:2
Y no consideran en su corazón que tengo en memoria toda su maldad;
ahora les rodearán sus obras; delante de mí están.
Oseias 7:2
E não dizem no seu coração que eu me lembro de toda a sua maldade;
agora, pois, os cercam as suas obras; diante da minha face estão.
Diego Acosta / Neide Ferreira