OTRA SEÑAL: HAMBRES…

Cada día cientos de personas mueren de hambre en el mundo y más dolorosamente todavía también son cientos los niños que mueren sufriendo  el cruel tormento del hambre.

A lo largo de la historia hubo movimientos migratorios generados por el hambre y ciudades y fortificaciones se rindieron también sitiadas por la hambruna. También recordamos las tristes historias personales de quienes vendieron su honra por comida.

Hoy algunos hombres con sus maniobras económicas provocan que haya hombres y mujeres que se mueran de hambre. Es decir, los estamos matando de hambre. La crisis económica en la que vivimos ha movido a algunos poseedores o gestores de importantes masas de dinero a especular con las materias primas con las que se elaboran los alimentos.

Esta actividad especulativa desencadena catastróficas consecuencias. Los precios de los alimentos aumentaron un 39% por ciento solo en un año y los cereales, el aceite y las grasas destinados a la alimentación humana crecieron un 71 por ciento.

El perverso sistema de la especulación en la industria agroalimentaria fue denunciado por la FAO dependiente de las Naciones Unidas al afirmar que el 98 por ciento de los contratos de futuro sobre materias primas se vuelven a  vender a otros especuladores. Por tanto solamente el 2 por ciento de los contratos terminan en siendo eficaces para calmar el hambre de las personas.

El Señor Jesús dijo que una de las señales del fin será que habrá hambres. ¿Pero en qué momento de la historia se cumplirá esta profecía, si siempre hubo hambres? ¿Tenemos referencias concretas que se relacionen con ese anuncio escatológico?

Podemos asegurar que en este tiempo comenzará a cumplirse la palabra profética registrada en Mateo 24 versículo 6, relacionado con el hambre en el mundo. El fundamento es el cumplimiento de otra profecía relacionada con el comienzo del Séptimo Milenio: “Pero Judá será habitada para siempre, y Jerusalén por generación en generación”, Joel 3:20. Desde 1.948 está reconocido el Estado de Israel y desde l.967 Jerusalén es una ciudad única e indivisible bajo el dominio hebreo.

Estamos advertidos. El tiempo se está cumpliendo y nuestro deber es velar y cumplir con el mandato de que el mensaje de Salvación, sea llevado hasta los confines de la tierra.

Diego Acosta García

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