PARTITURA

Enkhuizen 164

Observando con atención a una orquesta sinfónica, se puede advertir como los ejecutantes tienen delante de sí un atril, con la música que van a interpretar.

El director de la orquesta, muchas veces también lo tiene. Pero lo importante, es que cuando comienza a ser ejecutada una obra, todos tienen algo en común: la Partitura.

Es decir aquello que alguien compuso, para que la armonía generara la música que nos parece maravillosa y como en el caso de Bach, excelsa por honrar al Eterno.

Decía que observando con atención, advertiremos la existencia de la partitura, que los músicos siguen en su interpretación y que los directores, también la utilizan e incluso no la usan, porque la saben de memoria.

Esto nos debería hacer reflexionar acerca de lo que significa una obra creada por alguien. En el caso de la música, muchos de esos grandes autores son considerados genios.

Sin embargo muchas personas que tienen una admiración casi hasta desmedida por estos hombres notables por su talento, tienen tantos reparos en admitir la existencia del Gran Autor.

Aceptan que los haya en la música, pero no aceptan que haya un Único Creador de todo lo que conocemos y de todo lo que desconocemos.

La existencia de Dios, bien puede entenderse desde la música y el alto valor de las partituras. Siempre hay alguien que las ha creado.

Si comprendemos y aceptamos esta cuestión de lógica elemental, por qué no la aplicamos para aceptar la existencia del Autor Supremo?

Cuando pienso en esto, oro por aquellas personas que estando capacitadas para pensar y decidir, se niegan a hacerlo sobre la cuestión más esencial.

Hebreos 11:3

 Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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