PROFECÍA?

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Las múltiples referencias que hizo Jesús a propósito de los profetas, ponen de relieve la importancia que tuvieron a lo largo de los tiempos.

Por tanto, denominarse profeta es asumir una enorme responsabilidad, no solo ante los hombres sino ante el propio Dios.

Algunos hombres fueron constituidos profetas por el Todopoderoso y entre ellos, hubo quienes no aceptaron en principio esa condición, sabedores de su pesada carga.

Siempre he sostenido que tanto los hombres como las mujeres podemos ser instrumentos del Eterno para transmitir profecía a una congregación.

Este es un caso específico, absolutamente concreto!

Otra cosa completamente diferente es llamarse profeta a modo de presentación, como si fuera un título para diferenciarse del resto de las personas o de otros ministerios.

Esta situación adquiere una dimensión completamente diferente y nos debería hacer reflexionar acerca de lo que estamos haciendo y de lo que estamos diciendo.

Cada vez que este tema es motivo de conversación, busco en mi memoria un pasaje muy preciso de la Palabra de Dios.

Y no es otro en el que precisamente un profeta es utilizado por el Soberano, para transmitir un mensaje a quienes podríamos denominar los falsos profetas.

La Palabra de Dios no puede ser más contundente, pues habla de perpetuidad y de eternidad, para castigar, dos palabras que en sí mismas encierran una tremenda advertencia.

Pervertir la Verdad Divina no quedará impune nunca!

Por tanto debemos reflexionar muy profundamente acerca de cómo obramos. Sí verdaderamente tenemos una profecía o si es producto de nuestra imaginación o de la voluntad del corazón.

La profecía nunca será cosa de hombres!

Siempre será revelación de Dios!

Jeremías 23:38-40

Diego Acosta
Música: Neide Ferreira

www.septimomilenio.com

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