QUIÉN: UN DISCAPACITADO?


Esta pregunta no es un invento, es una pregunta que hemos escuchado más de una vez a distintas personas, cuando se referían a las condiciones de otros seres humanos.

Violenta el espíritu saber que hay quienes consideran seres inferiores a quienes tienen cualquier tipo de minusvalía, tanto física como psíquica, como si esa circunstancia los convirtiera en una especie de sub-humanos.

En realidad, tal vez deberíamos llegar a la conclusión que las minusvalías físicas o psíquicas, tal vez sean menos importantes que lo que podríamos llamar una minusvalía espiritual.

Esta afirmación se origina en la actitud que asumimos los miembros de la sociedad, frente a otros seres que también forman parte del mismo ámbito en el que se desenvuelve nuestra vida.

Precisamente es con los discapacitados o con quienes algún tipo de minusvalía, con quienes nos deberíamos volcar no solo para ayudarlos sino para respaldarlos en su necesaria proyección como personas.

Esta es una misión fundamental de quienes nos llamamos hijos de Dios, para que nuestras hechos hablen mejor que nuestras palabras, cuando somos solidarios con los discapacitados.

El Señor Jesús nos enseñó a amar a los más débiles, entendiendo que esta es una de las maneras más importantes de brindar el amor que recibimos de Él, hacia quienes son especialmente dignos de nuestra misericordia y el mayor de nuestros respetos.

1 Samuel 2:4
Diego Acosta García
Agradecemos la publicación en facebbok de la foto que ilustra este Devocional y nos permitimos utilizarla, pensando en la importancia que tiene como mensaje.

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