QUIÉN?

Asumir la responsabilidad es algo sumamente difícil de hacer. Esto lo podemos comprobar cuando las grandes tragedias solo tienen como responsables a los últimos de la jerarquía.

Prácticamente nunca ningún ministro o funcionario de alto rango se hace responsable de nada. Y mucho menos dimitir como correspondería, de acuerdo a la gravedad de los hechos.

Desde siempre esta ha sido una constante: Responsable es quién no se puede defender en función de su cargo, por lo que queda expuesto a cargar con el peso de lo sucedido.

La otra forma de eludir responsabilidades es atribuir cualquier desgracia a la “mala suerte”disaster o al “destino”. Y pareciera que con estas explicaciones nos conformamos.
Pero es evidente que estas formas del mundo son inaceptables. Sabemos que ni la “mala suerte” ni el “destino” existen en el sentido que se les pretende otorgar.

Por tanto debemos entender que como creyentes nuestras posturas deben ser diferentes. No basta con culpar a quién es el responsable último de lo que haya sucedido.

No podemos eludir que somos responsables de nuestros hechos y de los que están bajo nuestra autoridad. Siempre. Proceder de otra forma es contrariar lo establecido por la Palabra de Dios.

Cuando se pregunte quién, debemos estar dispuestos a aceptar nuestra responsabilidad. Porque por mucho que podamos eludir la justicia de los hombres, nunca podremos eludir la Justicia del Señor.

Levítico 5:4-5
Diego Acosta García

www.septimomilenio.com

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