Cada vez que recordamos que la Misericordia de Dios se renueva cada día, nos produce una alegría y una confianza notable, digna de quién proviene esa Gracia.
Vivimos confiadamente en la certeza de que la Misericordia de Dios nos acompaña cada nuevo amanecer, sabiendo que esa Gracia es para ese día y que mañana tendremos nuevas y renovadas misericordias.
Pero, alguna vez pensamos en como respondemos a esa Misericordia? No deberíamos acaso ser verdaderamente fieles a nuestra condición de hijos de Dios y obrar de otramanera?
La respuesta necesariamente debe ser afirmativa y entonces la relacionaremos con la renovación de nuestro Pacto personal con Dios, con la renovación de nuestra fe en Él.
Debemos plantearnos renovar cada día nuestro Pacto con Él, nuestro compromiso de ser sus hijos totalmente entregados a cumplir con los mandatos que recibimos.
No se trata de corresponder al renuevo de sus Misericordias. Se trata de establecer un grado superior de nuestra relación con el Eterno, renovando nuestro Pacto con Él todos los días.
Deuteronomio 4:31
Diego Acosta García