PERDÓN… SIN OLVIDO

Hace muchos años vimos escrita en un muro de grandes dimensiones, una frase que todavía recordamos a causa del impacto que nos provocó: Ni olvido ni perdón.

Entonces no éramos creyentes ni sabíamos de la tremenda importancia del perdón, como expresión de amor y como expresión superior de ese mandato que nos dejó el Señor.

La frase tenía un gran sentido político pero reflejaba sin duda el sentimiento que muchas personas tienen del perdón, que es posible que lo concedan pero nunca sin olvidar.

Espiritualmente debemos comprender que esta frase revela una actituf, que no es otra cosa que la incapacidad de perdonar y la de olvidar.

Pero también podemos decir: Perdono pero no olvido. En otro sentido esta frase al contrario de la anterior, encierra una gran contradicción. Si no olvidamos no hemos perdonado.

Una de las condiciones fundamentales que tiene el perdón es el olvido del hecho que lo provocó. Por eso nuestros pecados son perdonados… y olvidados.

Nunca más se nos reclamará por nuestros pecados por parte de Dios. Será el enemigo de nuestra fe el que nos acuse y nos persiga por nuestros malos hechos del pasado. El enemigo es quién no olvida.

Aprendamos que así como recibimos el Perdón para siempre por nuestros pecados, así debemos perdonar a los demás. La suprema grandeza del perdón, consiste en olvidar. Para siempre.

Salmos 32:1
Diego Acosta García

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