Esta impresionante posibilidad ha dejado de serlo. En la Provincia de Buenos Aires, en Argentina, fue aprobado que un niño a petición propia pudiera cambiar su sexo e identidad por el de una niña.
Las autoridades fundamentaron la autorización porque está amparada en la Ley de Género y además en la Convención Internacional de los Derechos del Niño.
Cuesta creer que los Derechos del Niño puedan haber sido respetados con esta decisión que fue tomada por una criatura que recién está en la edad de iniciar la escolaridad.
Para aumentar la gravedad del caso las autoridades presentaron la decisión de autorizar el cambio de sexo y de identidad como una batalla ganada contra el oscurantismo y los prejuicios.
Simplemente siendo objetivos nos podemos preguntar: Como es posible presentar este cambio en la vida de un niño de seis años representa un triunfo contra el oscurantismo? Y sobre los prejuicios?
En todo caso como se ha comentado en la prensa argentina, mejor sería mirar todo con prudencia y con cuidado para velar por la integridad de quién está atravesando tensiones y conflictos con su propio cuerpo.
Un comentario señala: Muchas veces y con las mejores intenciones, se trata de resolver el problema apenas se manifiesta como si así quedara allanado el camino hacia un porvenir feliz ¿pero quién puede saberlo?
Es notable apreciar como aún desde la perspectiva de personas del mundo la cuestión del cambio de sexo llama a la reflexión y más si se ha tomado con un niño de seis años.
Dios nos ha creado hombre y mujer. Cambiar esta decisión ha supuesto y supone intentar cambiar lo que el Eterno ha creado. Por tanto debemos aceptarlo y buscar las soluciones espirituales a un problema espiritual.
Se abre un nuevo debate acerca de lo que significa modernismo, progresismo, lucha contra el oscurantismo, contra los prejuicios. Y Dios? Ud. qué opina?
Diego Acosta García