SEPTIMO MILENIO. LOS DIVORCIOS ACOSAN…

LOS DIVORCIOS ACOSAN LA INSTITUCIÓN FAMILIAR

Un reciente informe del Instituto de Planificación Familiar, confirma que de cada diez casamientos que se registran hay seis rupturas matrimoniales, sean divorcios o separaciones.
Esta dramática realidad queda evidenciada con los datos que se registran desde 1.981, es decir treinta años de estadísticas que revelan que en ese tiempo se han registrado más de 1.300 mil divorcios y más de 1.100 mil separaciones.
Desde la aplicación del llamado “divorcio express” el proceso de rupturas de ha acentuado por lo que estamos frente a una situación tan dramática como preocupante.
EL IPF comenta que: La tendencia del incremento vertiginoso de la ruptura familiar en España, permite suponer un futuro que tendrá una sociedad sin familias, afectando no solo a los cónyuges sino también a cada vez un mayor número de hijos.
Desde el IPF se reclama la derogación de la Ley del Divorcio Express, el impulso de medidas preventivas para superar la conflictividad y las crisis familiares.
También se alienta la creación de una Mesa de Expertos compuesta por asociaciones familiares, administraciones públicas y agentes sociales para abordar la situación de la ruptura familiar en España.
Está claro que la familia se enfrenta a una dramática situación que ha tenido como impulso la presión que sistemáticamente se ha ejercido, para menguar la importancia que tiene en la vida de la sociedad.
La familia es el núcleo básico fundamental de la relación humana, fue concebida por el Creador de los hombres y las mujeres, como el centro desde donde se origina la vida y desde donde se inicia el proceso de gestación del tejido social.
Los diagnósticos que se formulan sobre la realidad familiar pueden acertar en explicarnos la magnitud del problema, pero no lo resuelven y mucho menos lo ubican en su verdadera dimensión.
Es necesario que comprendamos que la defensa de la familia debe iniciarse en el propio seno de la sociedad, pues es el componente esencial de su entramado.
Su defensa es responsabilidad fundamental de quienes nos llamamos creyentes para salvaguardar el futuro de la institución y también de su principal fruto, que son nuestros hijos.

Diego Acosta García
Publicado en: www.kerigmaonline.com

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