Más de una vez me he quejado amargamente porque Dios no respondía a mis preguntas!
Más de una vez!
Pero lo único que quedó en evidencia es la torpeza y la necedad por reclamar, a quién no le debemos hacer y por cosas que menos aún debemos reclamar.
Pero en medio de la ofuscación leí una frase contundente, que fue la primera respuesta que el Eterno me dio: Con una Biblia cerrada no esperemos sus respuestas…
Entonces reparé cuánto hacía que no dedicaba tiempo y sobre todo atención a la Sabiduría que nace como un manantial de aguas vivas del Texto Sagrado.
Con profundo arrepentimiento pedí perdón por tanta tontería y simpleza, por haber comparado el mundo de los hombres y los comportamientos de los hombres, con el del Soberano sobre todas las cosas.
Y aprendí: Dios nos habla, nos responde, nos amonesta, nos enseña, siempre y cuando que tengamos la Biblia abierta, escudriñando sus Palabras.
De haber comprendido esto antes me hubiera evitado disgustos y hasta problemas, porque todo depende de mi actitud, no de los hechos del Poderoso de Israel.
Con cuanta frecuencia cometo y creo que la mayoría de nosotros cometemos, el error de pensar que Dios se ha alejado de nosotros, cuando es exactamente lo contrario.
Además caemos en el tremendo acto irrespetuoso a Su Majestad, de reclamarle cosas que hacen a Su Voluntad y por lo tanto exceden a la de nuestra humana condición.
Fue así que comprendí que la Sabiduría no viene por los años, sino por la Revelación que viene de lo Alto.
Y desde entonces tengo la Biblia siempre abierta…!
Salmo 34:11
PT – Vinde, meninos, ouvi-me;
eu vos ensinarei o temor do Senhor.
ES – Venid, hijos, oídme;
el temor de Jehová os enseñaré.
Diego Acosta / Neide Ferreira