Pocas cosas sintetizan la imagen de una sociedad como ver a algunas personas que demuestran estar solas con sus gestos, con su forma de caminar, hasta con su mirada.
La soledad parece ser el mal de nuestro tiempo, cuando mejor se vive en algunos países más personas solas tienen, seguramente porque la economía no proporciona la compañía a la que aspiramos.
Si la soledad no se remedia con dinero, cuál es la solución? Evidentemente estar solo tiene una complejidad tanto física como espiritual que resulta casi inabarcable.
Uno de los grandes escritores que ha dado el mundo dijo una vez que hay dos clases de soledad: una la buscada y la otra, la no deseada. Estamos ante algo sin solución?
Tal vez sea así, pero de lo que no cabe ninguna duda es la actitud que debemos de tener frente a la soledad, tanto sea la personal como la de quienes nos rodean.
La presencia de Jesús en nuestra vida debe alejarnos por completo de cualquier atisbo de soledad, porque Él prometió estar a nuestro lado para siempre.
Y con relación a los demás? Es cuando debemos de pensar en el amor y la misericordia por el prójimo. La soledad se puede menguar, si solamente estuviéramos dispuestos a escuchar.
No dejemos pasar la oportunidad de cumplir con el mandato del amor, simplemente porque no nos guste conversar con una persona a la que no conocemos. Jesús nos mandó a eso y a cosas mayores!
Isaías 43:19
Diego Acosta García