DEVOCIONAL
Hace un tiempo un amigo tuvo la oportunidad de intentar mejorar su nivel laboral.
Quienes decidieron sobre sus capacidades le recomendaron que siguiera estudiando y que luego tendría una segunda alternativa.
Pasaron un par de años y mi amigo no solo que no estudió sino que además sigue criticando a quienes lo evaluaron.
Por cierto que creo que él mismo se ha negado la posibilidad de cambiar el rumbo de su vida, tal vez por desidia o tal vez por rencor. Y lo más grave: culpando a Dios por lo sucedido
Esta situación ha sido motivo de muchas reflexiones, porque el caso de mi amigo no fue el primero y tampoco, seguramente, será el último.
El Eterno no tiene ninguna culpa por nuestra falta de voluntad o por las actitudes equivocadas que adoptamos, porque ÉL nos concede los talentos para que hagamos buen uso de ellos.
Pero nunca incidirá en nuestras decisiones, porque cada uno tiene el derecho de ejercer su libre albedrío. Con tristeza por mi amigo, me esfuerzo por no repetir su ejemplo.
Proverbios 4:19
El camino de los impíos es como la oscuridad;
no saben en qué tropiezan.
Provérbios 4:19
O caminho dos ímpios é como a escuridão;
nem conhecem aquilo em que tropeçam.
Diego Acosta / Neide Ferreira